DISCO: Depeche Mode, Sounds of Universe
Un día nublado
Melodías oscuras, máquinas análogas y letras desoladoras. La fórmula base parece ser la misma que tanto respeto y fama le dio a Depeche Mode en el arranque de sus casi tres décadas de historia. Martin Gore, Dave Gahan y Andrew Fletcher sobrevivieron a su explosivo despegue, a los excesos que en los 90 casi los acabaron, para terminar abrazando sus raíces en Sounds of the universe, su álbum de estudio número 12 que apareció ayer en el mundo y que los traerá a Chile en octubre.En el papel, la jugada suena a carta ganadora, pero en la práctica está lejos de serlo. La actualización de su fórmula primaria entrega una selección dominada por grabaciones ajustadas al sonido de la época pero sin la destreza pop que sí tenían los oscuros himnos que facturaron hace más de 20 años. Difícilmente quedarán en la memoria canciones planas, de evidente incapacidad melódica y carentes de coros sólidos como Little soul, Jezebel, Peace y los tres temas con los que Gahan vuelve a insistir en la composición.Destellos que entregan algo de esperanza aparecen en la envolvente fibra industrial de Wrong y los sintetizadores galopantes de In sympathy y Fragile tension. Pero esa dosis de lucidez no alcanza a equilibrar una entrega que sólo tributa en la forma a los primeros días del conjunto británico. Una tremenda ironía o un delirio de grandeza pretender musicalizar el universo con una selección inconsistente
Melodías oscuras, máquinas análogas y letras desoladoras. La fórmula base parece ser la misma que tanto respeto y fama le dio a Depeche Mode en el arranque de sus casi tres décadas de historia. Martin Gore, Dave Gahan y Andrew Fletcher sobrevivieron a su explosivo despegue, a los excesos que en los 90 casi los acabaron, para terminar abrazando sus raíces en Sounds of the universe, su álbum de estudio número 12 que apareció ayer en el mundo y que los traerá a Chile en octubre.En el papel, la jugada suena a carta ganadora, pero en la práctica está lejos de serlo. La actualización de su fórmula primaria entrega una selección dominada por grabaciones ajustadas al sonido de la época pero sin la destreza pop que sí tenían los oscuros himnos que facturaron hace más de 20 años. Difícilmente quedarán en la memoria canciones planas, de evidente incapacidad melódica y carentes de coros sólidos como Little soul, Jezebel, Peace y los tres temas con los que Gahan vuelve a insistir en la composición.Destellos que entregan algo de esperanza aparecen en la envolvente fibra industrial de Wrong y los sintetizadores galopantes de In sympathy y Fragile tension. Pero esa dosis de lucidez no alcanza a equilibrar una entrega que sólo tributa en la forma a los primeros días del conjunto británico. Una tremenda ironía o un delirio de grandeza pretender musicalizar el universo con una selección inconsistente
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